Anna era una mujer de 68 años que se había jubilado recientemente, al igual que su esposo, Thomas. Sus hijos ya se habían ido de casa hacía tiempo y Anna se estaba preparando para una vida relajada. Si bien, esto puede parecer una historia ordinaria para una mujer, lo cierto es que no fue en lo absoluto común en la vida de Anna, ni lo será nunca. Verás, gran parte de la vida de Anna fue mucho más difícil que los estándares habituales de cualquier persona. Especialmente su infancia, que consistió más en la supervivencia. Anna cargaría con los recuerdos y las cicatrices mentales de esa época durante años.