El perro nunca se rindió
Binka no obedecía a la voz de Iván, quien tampoco podía desapartarlo de la tumba. El perro era grande, tenía mucha fuerza y él era un hombre ya mayor, sin suficiente fuerza para controlarlo.
El perro cavó hasta llegar al ataúd y fue hasta que por fin se detuvo y miró a Ivan, como queriéndole decir algo.
¿Qué encontraría? ¿Qué quería que Iván hiciera?
Nada lo distrajo
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Iván, enojado con su perro, no quiso acercarse, pensó que ya era suficiente con que cavara hasta llegar al ataúd, pero Binka quería que la abriera. Los perros son muy inteligentes y Binka no era la excepción. Cuando se dio cuenta de que Iván no lo ayudaba empezó a rasgar con sus uñas el ataúd de esta mujer.
Ivan quería distraer a su perro para que se detuviera, pero no lo logró. De repente escuchó algo que lo hizo estremecer…